SAMKHYA
Cosmología y evolución de las cosas
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En los vedas
se entiende la existencia del
mundo como un acontecimiento permanente en el tiempo y en el espacio que
se desarrolla con un movimiento circular, de expansión y contracción, de
manifestación y no-manifestación. Bajo la
limitada perspectiva en que nos encontramos, prisioneros del tiempo y del
espacio, presos de la ignorancia existencial, el sâmkhya
(y el Yoga)
considera que existen dos principios eternos: la materia no manifestada e
inconsciente, pradhana,
y la conciencia pura, purusha.
Son las categorías de la Naturaleza y del Sí Mismo, respectivamente.
Ambas se consideran esencialmente como principios eternos, reales e
independientes. Junto a
este dualismo, también se mantiene un punto de vista pluralista. No hay
un solo Sí Mismo, sino una multiplicidad de ellos todos los cuales, sobre
la base de su omnipresencia, se entrecruzan. Los Sí Mismos individuales
son idénticos cualitativamente pero numéricamente distintos. Así pues,
el individuo no es único, ya que en el mundo visible hay infinitos seres
con nacimientos y muertes distintos y cada uno debe conectarse con un purusha
particular. Debido a
que el purusha
influye metafísicamente en pradhana
(bajo esta perspectiva se la denomina prakriti),
sobreviene en ésta una perturbación (mahat
o buddhi)
y, como resultado de ella una desigual aglomeración de sus tres
tendencias o principios fundamentales (guna)
en proporción variable, lo que trae consigo la creación de la
multiplicidad. En este
proceso evolutivo nada se crea verdaderamente; existe solo una diferente
disposición de los elementos constitutivos. El efecto ya está en su
causa y no representa algo nuevo. Prakriti,
como continuo fundamental indiferenciado, contiene potencialmente al
universo completo con todos sus niveles y categorías de existencia. Por otro
lado, el sâmkhya
considera el microcosmos idéntico
al macrocosmos; el individuo contiene en si todo el universo y, por tanto,
la evolución o despliegue que explica la multiplicidad a partir de la
unidad se aplica tanto a la persona como a las cosas externas a ella. De
esta forma, la primera perturbación de prakriti
se puede entender en dos
sentidos: mahat
y buddhi.
Mahat
es una masa unitaria que puede ser apreciada; es la inteligencia cósmica
en general, en la cual predomina el guna
más luminoso (sattva).
Buddhies
mahat
particularizado, la conciencia impersonal. En el sâmkhya,
el complejo mental que evoluciona a partir de prakriti
se presenta bajo tres aspectos
distintos de acuerdo a las funciones que ejecuta en un momento dado: buddhi,
ahâmkara,
manas. Tal mente
es ante todo un órgano consciente, pero no es conciencia pura. También
es un órgano material, aunque de constitución muy sutil; es un órgano
mixto, consciente e inconsciente, material e inmaterial. Buddhi
es la conciencia, la cual,
para conocer los objetos, necesita primero conceder realidad al propio
sujeto y, para ello, crea ahâmkara,
el sentimiento del yo. Es decir, cuando el individuo intenta discernir
sobre la naturaleza real de un objeto, la mente se denomina buddhi;
cuando se identifica consigo mismo para crear un sujeto que perciba, se la
concibe como ahâmkara.
Buddhi
es la facultad determinativa;
es lo que nos hace pensar que hay objetos detrás de nuestras sensaciones,
que es lo mismo que tomar conciencia de ellos. Por tanto, buddhi
es la verdadera creadora de la
conciencia de realidad del mundo que nos rodea, el cual deja de ser un
mundo de sensaciones para convertirse en un mundo de objetos, en un mundo
objetivo. Además, buddhi
posee la capacidad de reflexión,
que habitualmente es doble, es decir, que la mente se ve a sí misma en
condiciones de objeto, mientras que la representación del Sí Mismo se
presenta como sujeto. En realidad, tanto el objeto como el sujeto son una
creación de la mente. En
resumen, buddhi
desdobla por reflexión el
objeto y el sujeto pero como no puede aprehenderse a sí misma como objeto
busca un ser objetivo (el cuerpo y la mente individualizada) que
interpreta como "yo", ahâmkara,
introduciendo así la ignorancia esencial, avidya. Ahâmkara,
el hacedor del yo, es autoatribución en la que el individuo piensa en sí
mismo como en una persona en particular que está en relación con los
objetos de la experiencia y dice: "soy yo quien percibe". Por otro
lado, cuando la mente considera los diversos aspectos de un
objeto se denomina manas;
ésta es la sede del pensamiento, de la emoción y de la voluntad; recibe
las sensaciones de los órganos de los sentidos (indriya)
que producen en ella unas vibraciones u ondas mentales llamadas vritti,
correspondientes a los múltiples y variados procesos mentales. En
realidad, es el "constructor" de las vritti.
El mecanismo que permite a manas
recibir las sensaciones y
convertirlas en vritti
es la atención. Para ello, manas
debe seleccionar entre las múltiples
sensaciones y sintetizar algunas de ellas, olvidándose de las demás con
el fin de obtener determinadas percepciones. La atención, selección y síntesis
de las sensaciones son, pues, las verdaderas funciones de manas
que se llevan a cabo por el
"deseo de percibir y actuar", el cual activa los órganos de los
sentidos (jñâna—indriya
y karma—indriya)
y al propio manas.
Pero manas
no es consciente por sí mismo y
las percepciones no son nada si no son percibidas por un sujeto. Manas
y buddhi
realizan dos funciones rapidísimas
y casi simultáneas pero esencialmente distintas. Manas
nos brinda una colección de
sensaciones en continuo movimiento, que son solo un conjunto
de vibraciones materiales. Tales vibraciones (vritti)
de manas
no tienen ninguna realidad
objetiva. Es buddhi
quien "detiene"
mentalmente ese flujo de sensaciones confiriendo un ser permanente y
activo a algunas de ellas; es quien aprecia o discierne, desde ahâmkara,
la naturaleza real del objeto, y de ese modo configura ante nosotros un
"mundo real". Los
órganos de los sentidos y el mundo exterior Manas
no puede existir por sí mismo,
pues depende de los órganos de los sentidos (indriya)
y existe para utilizarlos. En este sistema, se considera que manas
es un sentido más. Los indriya
son los medios que permiten
reconocer y utilizar los objetos; además, gracias a ellos se obtiene el
goce, que es el fin de toda voluntad de vivir. Son de dos tipos: órganos
del conocimiento (jñâna—indriya)
y órganos de la acción (karma—indriya). Los indriya
recogen las impresiones del mundo
exterior para proporcionárselas al complejo mental. Este mundo exterior
se concibe como un agregado de cinco elementos primarios (tanmâtra),
de los cuales tenemos conciencia en forma sutil; por otra parte, estas
experiencias sensoriales nos dan idea de un mundo visible y tangible,
constituido por elementos burdos (bhuta).
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Respetable Jñápika Gurú Dr. Pablo Elias Gómez Posse. E Mail: aum_jnapika_satya_guru@hotmail.com gurupabloelias@uolpremium.net.co
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